
Hazme caso, siempre tienes algo que decir. Eso es lo primero que yo te quería decir. Es posible que alguna vez sientas un fundido a negro en tu imaginación. Todo te parece repetido, soso, sin chispa. Si alguna vez sientes que ya no tenías nada que decir, que se te agotan las ideas o que tu escritura no tiene sentido, este artículo te ayudará. Atiende: no va de no tener talento. No va de estar haciendo algo mal. Es simplemente una señal de que es hora de cambiar de perspectiva. Y para eso hoy te traigo cinco formas de generar ideas nuevas. Técnicas concretas, suaves, nada invasivas. Con un poquito de humor, mucho juego, y cero presión.
La falta de ideas no significa falta de talento
Una de las trampas más comunes del proceso creativo es creer que si no estamos produciendo, entonces no somos creativos. Que si no se nos ocurre nada brillante, quizá no valemos para esto. Pero la creatividad no es un río que fluye sin parar. Es más bien como el clima: tiene estaciones. Hay días fértiles, tormentosos, áridos, y días en los que simplemente hay que quedarse quieta, mirando el cielo, inspirándose. Estoy convencida de que hasta los escritores más prolíficos tienen momentos en los que sienten que ya lo han dicho todo. Y no pasa nada. Porque la sequía también es parte del ciclo.
“Debería tener algo que decir” es una trampa a la que seguramente nos hemos sometido involuntariamente gracias al consumo de redes sociales. Creemos que tenemos que estar constantemente comentando cosas o escribiendo para hacernos notar. Ese “debería” es una carga. Cuando creemos que tenemos que tener ideas, que deberíamos estar escribiendo algo importante, original o brillante, el peso del juicio nos aplasta. ¿Y si cambiamos la pregunta de “qué debería escribir” por “con qué me gustaría jugar hoy”?
Cambiar de estímulo: alimentar el banco interno de ideas
Las ideas no siempre brotan de la nada. No se inventan. Se cruzan. Se asocian. Se generan cuando una palabra que leíste se encuentra con algo que viviste, con algo que escuchaste en el bus, con una imagen que se te quedó pegada sin razón aparente. Cuando sientes que no tienes nada que decir, puede que lo que necesites no sea forzar una idea, sino alimentarte de cosas nuevas. Por ejemplo, si sueles leer siempre novela negra, prueba con ciencia ficción, cambia el género. Prueba con relatos, escucha historias sobre temas que no controles del todo, sumérgete en cosas que no te gusten. Muchas veces, el desencuentro con algo también puede ser semilla de escritura. Todo lo que te rodea puede convertirse en el inicio de una historia. Pero para eso, hay que estar con los sentidos despiertos.
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Inspirarte en otros: cómo usar fragmentos ajenos para generar ideas propias
Muchas veces creemos que una idea original tiene que surgir completamente de cero. Pero la verdad es que toda escritura dialoga con otras voces. Y eso está bien. Puedes usar una frase que te conmovió, una línea de un libro, una noticia absurda o incluso una canción como disparador. El truco no es copiar, sino usarlo como disparador. Preguntarte: ¿qué pasaría si esto sucediera en otro contexto? ¿y si fuera yo quien dijera eso?
Prueba estos ejercicios:
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Coge una cita y cámbiala de contexto. Si alguien dijo “mejor no mirar atrás”, escribe una historia que contradiga esa frase por completo.
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Usa una noticia como punto de partida. Imagina la historia oculta detrás del titular.
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Responde a una canción o poema como si fuera una carta personal.
Cuando no sabes qué decir, dejar que otra voz te preste la primera palabra puede ser el comienzo de algo muy tuyo.
Escribir desde la incomodidad, la curiosidad o el absurdo
Escribimos desde lo que conocemos, por eso puede ser lógico que pienses que das vueltas sobre los mismos temas. Para salir de este bucle y generar nuevas ideas hay que incomodarse un poco. Probar con perspectivas raras, con formatos que nunca hayas usado, con tonos que no controles. Jugar a escribir mal. A escribir sin sentido. A escribir algo que no mostrarías.
Técnicas y recursos para generar ideas originales
Esperar a que la musa venga es como querer que el bus llegue sin haber ido a la parada. A veces hay que provocar el movimiento. Y para eso, existen recursos simples y concretos que puedes tener a mano. No necesitas un ritual mágico: necesitas un punto de entrada. Algo que te saque del blanco y te lleve, aunque sea, a una palabra.
Algunos trucos para conseguirlo:
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Oblique Strategies: cartas con frases provocadoras creadas por Brian Eno. Algunas son absurdas. Otras, misteriosas. Pero todas te sacan del bloqueo.
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The Storymatic: barajas con personajes y situaciones para mezclar al azar.
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Prompts visuales: mira una imagen aleatoria (una pintura, una portada, una foto de stock) y escribe qué historia esconde.
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Lista de disparadores personales: anota frases, objetos, olores, situaciones que te llamen la atención. Hazlo todo el tiempo. Esa lista puede ser tu mapa cuando estés perdida.
Y lo más importante: dedica al menos cinco minutos al día a escribir sin editar. Solo escribir. Sin revisar. Sin corregir. Sin esperar que sea brillante. Eso viene después.
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A veces, lo nuevo aparece cuando dejas de buscarlo
No tener ideas no es el fin de tu creatividad. Es solo una pausa. Un silencio fértil. La clave está en bajar el volumen del juicio y subir el de la curiosidad. Cambiar el foco de la producción al juego. Del resultado a la exploración.
Elegí una de estas cinco estrategias y pruébala hoy, aunque sea por unos minutos. Quizá no escribas tu próxima obra maestra, pero sí abras una puerta que no sabías que estaba ahí. Y a veces, con eso es suficiente.
Luli Borroni