mano con un boli sobre cartas y postales

Todavía me acuerdo de mi colección de papeles de carta de la infancia. Ojalá conservarlas, pero vete a saber dónde están. En algún momento de mi recorrido transoceánico desaparecieron, con un montón de recuerdos más. Físicamente, porque en mi memoria de momento se conservan. Me gustaba su olor, su textura y los dibujos tan románticos y coloridos que tenían y que además hacían juego con el sobre. Me debatía entre las ganas de conservarlos intactos par admirarlos y poseer cada vez más, y las ganas de escribir cartas a mis amigos y familiares en esos papeles tan especiales. 

Papeles de carta

Papeles de carta – una foto de Maya Vazquez 

Entre eso y las pegatinas, más los rotuladores, bolis y lápices de mil colores, tenía mi escritorio lleno de tesoros relacionados con la escritura epistolar. 

Durante muchos años me enviaba cartas con mis amigas del cole. Nos gustaba dejarnos sobres súper decorados en el pupitre, con algún caramelo o regalito y dar así una sorpresa que conllevaba mucho sentimiento y algo material. Jugábamos al amigo invisible pero de una manera muy epistolar también. La dinámica era parecida a la habitual. Sacábamos un papel de un saco (en los 90 no había apps que te mandaran por email a quién tenías que regalarle) y se establecía una fecha de entrega del regalo. Hasta esa fecha, normalmente una semana, cada día tenías que dejarle una carta a tu amigo con pistas para que intentara adivinar quién eras. ¡Me fascina! No entiendo por qué no lo hemos vuelto a hacer. 

Creo que ahí empezó mi obsesión por el tono y la grafología. Estudié 2 años de grafología mientras estaba en la universidad, al final lo dejé porque me centré en otras cosas, pero me fascinaba poder entender la personalidad de alguien a través de su escritura. De la misma manera que quedé prendada de la historia de Unabomber: un terrorista estadounidense que enviaba cartas bomba y redactó un manifiesto en el que reflejaba sus reflexiones antitecnológicas y la crítica social llamado La sociedad industrial y su futuro. Los intentos del FBI por capturarle fueron en vano, hasta que su propio hermano descubrió el estilo de escritura y expresiones propias del criminal en el manifiesto y se lo comunicó al FBI. 

A día de hoy soy capaz de descubrir si alguien conocido me ha escrito algo por cómo lo escribe. Tanto es así que una vez mis amigas me enviaban unos emails anónimos para darme una sorpresa por mi cumple y, aunque me hice la sorprendida, supe desde el primer email quién de ellas era la que los escribía. He de decir que esta tarea se facilita cuando conoces muy bien al remitente y si además tiene modismos locales, mucho mejor. 

Pero sin desviarme demasiado, quería hablarte del género epistolar como una técnica de escritura muy eficiente y divertida, sobre todo si estás empezando o si quieres probar diferentes ángulos. 

¿Qué es el género epistolar? 

El género epistolar ha sido un pilar de la literatura durante siglos, transportándonos a épocas y lugares lejanos a través de la voz íntima y personal de las cartas. Aunque hoy en día las cartas físicas son una rareza en la era digital, el encanto del género epistolar sigue vivo, evocando nostalgia y autenticidad. Desde las cartas de amor hasta las correspondencias filosóficas, este género ofrece una ventana única a la mente y el corazón de los personajes.

Tengo algunas cartas de amor que me ha escrito mi chico, así como cartas de amistad que me he enviado con amigas. Estas últimas con su sello y todo, que no era entrega en mano, si no envío postal, lo que hacía el proceso mucho más auténtico. 

El origen del género epistolar se remonta a la antigüedad, cuando las cartas eran el principal medio de comunicación a larga distancia. Los romanos, por ejemplo, usaban cartas para discutir sobre política, filosofía y cositas de la vida cotidiana. Con el tiempo, las cartas no solo sirvieron como medio de comunicación, sino que también se convirtieron en una forma de arte literario, utilizada por escritores para explorar temas profundos y complejos. En la actualidad, el género epistolar sigue siendo relevante, solo que se está adaptando a nuevas formas y medios en nuestra sociedad digital. 

¿Qué es un texto epistolar?

Un texto epistolar es una forma de escritura que se presenta en forma de cartas. Conocemos este género literario porque se ha usado a lo largo de la historia para transmitir mensajes, expresar sentimientos y pensamientos y también para narrar acontecimientos. Lo que distingue un texto epistolar de otro es claramente su formato, que adopta la estructura de una carta, tiene un destinatario concreto y una fecha específica. 

Teniendo todo esto en cuenta, es fácil distinguir un texto epistolar. Las características que lo definen son bastante claras.

En cuanto al formato, incluye encabezado con fecha y lugar, y un saludo o vocativo dirigido al destinatario. Después continúa el cuerpo de la carta donde se desarrolla el mensaje y termina con la despedida y firma del remitente.

En cuanto al estilo, suele ser personal y directo. Que sea una carta dirigida de una persona concreta a otra, permite un tono más informal y cercano. Lo que más lo caracteriza es que refleja el carácter y las emociones del remitente.

En cuanto a la intención comunicativa, puede ser informativa, reflexiva, confesional, argumentativa, sobre todo, aunque ninguna intención comunicativa está excluida. Los textos epistolares facilitan la expresión de sentimientos y pensamientos íntimos.

Los textos epistolares permiten una conexión más directa y emocional con el lector, ya que se percibe como una ventana a la intimidad del escritor. A lo largo de la historia de la literatura se han utilizado para desarrollar personajes y tramas de manera única, permitiendo que la historia se narre a través de la voz de los personajes en sus cartas. Esto puede crear una sensación de autenticidad y profundidad emocional que otros formatos narrativos a veces no logran.

Y así nace la lengua epistolar…

Cada género literario tiene una forma diferencial de escribirse. Con el género epistolar, nace la lengua epistolar que es el estilo y conjunto de características lingüísticas propias de la escritura de cartas. Y es una lengua que se diferencia de otros estilos de escritura, porque la intención comunicativa, principalmente, busca crear una conexión íntima y personal entre el remitente y el destinatario.

Características de la Lengua Epistolar

El lenguaje es generalmente directo y personal, ya que la carta está dirigida a una persona específica. Se utilizan saludos y despedidas personalizados, como “Querido amigo”, “Mi estimada hermana” o “Con afecto”.

Algo que me gusta especialmente de la lengua epistolar es que adopta un tono más informal y cercano, similar a una conversación oral. Lo que facilita una comunicación más natural y espontánea entre el remitente y el destinatario. En la literatura actual, la lengua epistolar se usa frecuentemente en blogs y redes sociales y, como comentaba al principio, es una manera muy buena de definir el estilo de voz del escritor e identificarlo fácilmente.

En la lengua epistolar se enfatiza la expresión de pensamientos, emociones y opiniones personales. Aunque sigue una estructura básica con un saludo inicial, cuerpo del mensaje y despedida, la lengua epistolar permite cierta flexibilidad en la organización del contenido, adaptándose a las necesidades y estilo del remitente.

Conocer y entender la lengua epistolar puede enriquecer la capacidad de los escritores para comunicarse de manera efectiva y emotiva.

Ejemplos de escritura epistolar como fuente de inspiración 

El origen de la novela epistolar se remonta al siglo XVII. Aphra Behn, dramaturgo inglés publicó “Cartas de amor entre un noble y su hermana” creando una historia de confidencias en forma de cartas entre personajes ficticios. Las siguientes novelas epistolares conocidas popularmente como definición del género epistolar son Pamela (1740) y Clarissa (1748) ambas escritas por Samuel Richardson.

¿Sabías que Drácula es una novela epistolar? el autor presenta la historia en forma de cartas y diarios de los personajes en los que se tratan los diferentes temas relaventes que definen la historia del vampiro más conocido del mundo.

 

A lo largo de la historia, el género epistolar ha producido algunas de las obras más emotivas y personales. Uno de los ejemplos que más me gustan es “Epistolario” un recopilatorio de correspondencia de Emilia Pardo Bazán a Benito Pérez Galdos. Se trata de 98 cartas manuscritas que la condesa escribía al novelista en las que se pueden ver la relación de amistad y admiración que guardaban los artistas que refleja el interés sentimental e intelectual de los dos. Por temas que no vienen al caso, podemos leer únicamente la parte de Emilia, por lo que es un libro abierto en la manera en la que existen y pueden aparecer más cartas que completen la lectura. Estas cartas son una ventana a la mente y el corazón de dos de los escritores más influyentes de su época, mostrando cómo se apoyaban y se influían mutuamente en sus obras literarias.

También en tono de amor y viajes tenemos las  “Cartas a mi mujer” de Juan Ramón Jiménez. En estas cartas, el Premio Nobel Juan Ramón Jiménez se comunica con su esposa, Zenobia Camprubí, durante sus viajes. Estas cartas son una mezcla de reflexiones personales, comentarios sobre sus obras y expresiones de amor. Una recopilación epistolar en la que se puede ver la profunda conexión emocional y intelectual entre Jiménez y Zenobia, así como su influencia en su obra poética.

No podemos dejar de mencionar las “Cartas de amor y desamor” de Miguel Hernández. Una colección que incluye cartas llenas de pasión y profundamente personales que el poeta Miguel Hernández escribió a su esposa, Josefina Manresa, durante los años más turbulentos de su vida, incluyendo su tiempo en prisión durante la Guerra Civil Española. Las cartas de Hernández no solo revelan su amor y sufrimiento personal, sino también su lucha y resiliencia frente a la adversidad política y personal.

Otro ejemplo son las “Cartas de España” de José María Blanco White, un sacerdote y escritor español exiliado en Inglaterra que narra sus impresiones y críticas sobre la sociedad española de su tiempo. Estas cartas son valiosas tanto por su contenido literario como histórico, proporcionando una perspectiva crítica de España durante el siglo XIX desde el punto de vista de un expatriado.

Y hay muchos ejemplos más que han marcado un género, la historia y la cultura de muchos países. Si quieres iniciarte en el género epistolar puedes hacerlo en un taller de escritura online.  

5 Técnicas para la escritura epistolar

Como cualquier otro, el género epistolar tiene sus propias estrategias para escribirlo. Aquí dejo los que me parecen más relevantes: 

  1. Adoptar una voz auténtica: El tono y la voz de una carta deben sentirse personales y reales. Imagina que estás realmente escribiendo a la persona a la que va dirigida la carta. Esto puede ayudar a que el contenido sea más natural y emocionalmente resonante. Recuerda lo que te contaba al principio: el tono debe ser fácilmente reconocible si estamos hablando de una trama.
  2. Estructurar como una conversación: Las cartas suelen ser parte de un intercambio, por lo que deben reflejar la interacción continua entre los personajes. Puedes jugar con las respuestas y las lagunas de información para crear tensión y suspense.
  3. Incorporar detalles específicos: Usa detalles concretos para anclar la historia en un tiempo y lugar específicos. Las referencias a eventos cotidianos o personales pueden hacer que las cartas se perciban más auténticas.
  4. Explorar diferentes perspectivas: Las cartas pueden ofrecer una ventana única a los pensamientos y emociones de diferentes personajes. Considera usar múltiples puntos de vista para dar profundidad a tu narrativa. Siempre deja espacio a una respuesta. 
  5. Mantener la intimidad: Las cartas son, por naturaleza, una forma de comunicación íntima. Aprovecha esto para explorar los sentimientos más profundos y las relaciones complejas entre los personajes.

¿Cómo empiezo en el género epistolar?

Es uno de los géneros que más me gustan para el día a día, junto con el journaling (escribir un diario) porque es una experiencia muy gratificante y enriquecedora y porque sobre todo es libre. ¿Quieres empezar a poner en práctica esta técnica? 

En primer lugar te recomendaría escribir una carta desde el punto de vista de un personaje histórico o ficticio. Así como en este post te hablaba de una técnica creativa de cambiarle el final a un cuento clásico, este ejercicio puede ayudarte a profudizar en la psicología del personaje y explorar su voz única.

La siguiente opción más acertada sería hacerlo en un taller de escritura, ya que son una excelente manera de obtener retroalimentación sobre tu trabajo y aprender nuevas técnicas. 

La realidad siempre supera a la ficción, ¿qué tal si envías cartas de verdad? Seguro que encontrarás alguien que quiera sumarse al desafío epistolar y quiera intercambiar cartas. Si no, explora las correspondencias publicadas: lee colecciones de cartas reales para entender cómo las personas se comunicaban a través de este medio. Esto puede ofrecerte inspiración y una mejor comprensión de la estructura y el estilo epistolar.

Por último, desafíate a escribir una serie de cartas que cuenten una historia completa. Puedes escribir desde la perspectiva de un solo personaje o múltiples, explorando sus interacciones y relaciones a lo largo del tiempo. Aquí podrás ponerte en la piel de diferentes personajes para llevar la historia al punto que tú quieras. 

En definitiva, el género epistolar es una forma poderosa y versátil de narrativa que conecta directamente al lector con los pensamientos y sentimientos más íntimos de los personajes. Desde sus orígenes antiguos hasta su adaptación en la literatura moderna, las cartas han sido un medio esencial para explorar y expresar la experiencia humana. Las ventajas de escribir en este género son numerosas: ofrece una plataforma para una introspección profunda, una conexión auténtica con el lector y una estructura flexible que puede adaptarse a cualquier historia.

Los beneficios de sumergirse en la escritura epistolar son muchos, permitiéndote desarrollar una voz única y una comprensión más profunda de tus personajes. Así que, ya sea que seas un amante de la literatura clásica o un millennial en busca de nuevas formas de expresión, toma la pluma (o el teclado si eres más digital) y comienza tu viaje en el divertido mundo de las cartas literarias.

Luli Borroni

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